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Sobre apostadores prematuros y obviedades electorales
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Sobre apostadores prematuros y obviedades electorales

En esta España altamente descentralizada, hay un proceso electoral en marcha en el que se repartirá prácticamente todo el poder territorial del Estado: exactamente, el 100% del poder local y el 70% del poder autonómico

Foto: Yolanda Díaz presenta Sumar. (Sergio Beleña)
Yolanda Díaz presenta Sumar. (Sergio Beleña)
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1. No sé si esto es o no una noticia, pero el Boletín Oficial del Estado del 3 de abril publicó el decreto de convocatoria de unas elecciones de ámbito nacional, que se celebrarán el 28 de mayo. En ellas, algo más de 35 millones de adultos con derecho a voto estamos llamados a elegir a 67.500 concejales que, a su vez, elegirán a 8.120 alcaldes. El mismo día, los boletines oficiales de 12 comunidades autónomas dieron la salida para que ese mismo domingo de mayo se renueven sus parlamentos autonómicos y, posteriormente, sus respectivos gobiernos.

Así pues, en esta España altamente descentralizada hay un proceso electoral en marcha, a vista de pocas semanas, en el que se repartirá prácticamente todo el poder territorial del Estado: exactamente, el 100% del poder local y el 70% del poder autonómico.

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Nadie lo diría, atendiendo al ruido mediático y demoscópico. Resulta que la gran mayoría de las encuestas que se publican y de los análisis y pronósticos de columnistas y tertulianos están repletos de elucubraciones y augurios sobre otra elección futura de la que, por el momento, se ignoran desde la fecha en que se celebrará hasta la disposición de las candidaturas. De hecho, hay varios espacios políticos que están por configurar, lo que no impide que cada mañana —singularmente, los lunes— se repartan anticipadamente escaños y se imaginen coaliciones y mayorías con niveles envidiables de precisión.

Esta disposición malsana a especular sobre el partido de vuelta cuando aún no se ha jugado el de ida muestra un notable desprecio a la importancia intrínseca del poder territorial, que es enorme; y que, además, visto en conjunto, suele mostrar la tendencia dominante en la sociedad de forma mucho más precisa que todas las encuestas actuales juntas.

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2. Visto en conjunto, digo. Porque otra noticia para analistas perezosos y apostadores prematuros es que —¡sorpresa!— en las elecciones territoriales opera una fuerte lógica territorial. No existe para ellas un molde único de interpretación: los votantes tienen esa extraña manía de responder sobre el alcalde cuando se les pregunta por el alcalde. Comprendo que es un fastidio, pero quien quiera entender algo del 28-M no tiene otro remedio que estudiarse cada territorio; y a su vez, quien quiera aproximarse con fundamento a las elecciones generales no tiene otro remedio que esperar al resultado del 28-M.

3. Se ha puesto también de moda entre la misma especie de apostadores prematuros la tesis especiosa de que la clave de las elecciones generales será quiénes quedan tercero y cuarto. Esa idea peregrina la difunden principalmente dos actores: quienes tienen en chino la lucha por la primera posición y aquellos que aspiran, en el mejor de los casos, a la medalla de bronce. Humildemente, me apunto a la escuela tradicional que pone la atención en el primero y el segundo, otorgando valor singular a la distancia entre ellos. En 2019, el partido de Sánchez ganó las elecciones con un 28% del voto y ocho puntos de ventaja sobre el segundo. Supongamos que en 2023 repite su 28% (un porcentaje que de momento no le da ninguna encuesta seria), pero el PP lo supera por varios puntos, aproximándose al 35%. Todo sería distinto, ¿verdad?

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal) Opinión

Como toda la vida y mientras no cambie el sistema electoral, las elecciones generales se resolverán fundamentalmente en la confrontación directa entre los dos grandes partidos: quién gana a quién y por cuántos cuerpos de ventaja. Cada punto de diferencia entre el primero y el segundo vale 10 escaños. Lo del tercero y el cuarto queda fino y sofisticado para epatar en las tertulias, pero no deja de ser una variable de segundo grado.

4. El cuento de la lechera: tras el show empalagoso de Yolanda Díaz en Magariños, los voluntariosos glosadores del oficialismo se han apresurado a anunciar una lluvia de escaños para ella y la tropa de siglas que la acompañan. Los más calenturientos le atribuyen hasta 50 escaños, prediciendo que con ellos vendrá la salvación de la coalición gobernante.

Foto:  El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal) Opinión
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Me parece ocioso discutir la cifra (tan gratuita como cualquier otra con los datos disponibles), pero conviene considerar el origen. ¿De dónde vendrá esa millonada de votos que le auguran a Sumar? Supongo que no esperan sacarlos del PP y de Vox, y sospecho que los de Ciudadanos ya tienen destino. Por tanto, solo pueden salir del PSOE y de Podemos. Por desgracia, en este negocio sumar a unos exige restar a otros, casi siempre vecinos.

Hoy en día y desde hace muchos meses, la cesta de la izquierda roza a duras penas el 40%. Así que cada puntito que quieran añadir a la cuenta de Yolanda se lo van restando ustedes a las de Sánchez e Iglesias, más que nada para que los porcentajes sumen 100. Cualquiera que haya hecho dos campañas electorales en su vida sabe que lo único práctico es apretar el culo y anotar todo lo posible en tu casillero, sin detenerte a dibujar repartos imaginariamente perfectos ni trazar carambolas a tres bandas. Es el problema de que los probables aliados del día siguiente sean a la vez seguros rivales en la urna, puesto que comparten una clientela menguante.

Foto: Belarra y Montero, en el Congreso. (EFE/Mariscal)

5. Tampoco es pequeña pérdida de tiempo filosofar sobre las condiciones de la presunta negociación de Yolanda Díaz con Podemos. En Magariños no nació un partido ni una coalición, tan solo un rostro para los carteles y una candidata consentida. Díaz carece de base orgánica propia y no está en condiciones de negociar acuerdos, ni coaliciones, ni listas, ni primarias. Los dirigentes de la miríada de grupos y grupúsculos que fueron allí la aplaudieron a rabiar, pero ninguno le entregó un poder para actuar en su nombre, ni es previsible que lo hagan. De momento, se representa a sí misma.

Por lo demás, hay que desconocer al personaje para imaginar que Iglesias está deseando pasarse la próxima legislatura ejerciendo de palmero subalterno de un Gobierno de Sánchez escoltado por personajes tan apreciados por él como Yolanda Díaz, Íñigo Errejón y Alberto Garzón. Él sabe hace tiempo que contra la derecha vivirá mejor en todos los sentidos: en lo personal, en lo político y, por supuesto, en lo económico.

1. No sé si esto es o no una noticia, pero el Boletín Oficial del Estado del 3 de abril publicó el decreto de convocatoria de unas elecciones de ámbito nacional, que se celebrarán el 28 de mayo. En ellas, algo más de 35 millones de adultos con derecho a voto estamos llamados a elegir a 67.500 concejales que, a su vez, elegirán a 8.120 alcaldes. El mismo día, los boletines oficiales de 12 comunidades autónomas dieron la salida para que ese mismo domingo de mayo se renueven sus parlamentos autonómicos y, posteriormente, sus respectivos gobiernos.

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