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El nacionalismo ganó las elecciones de Cataluña
La mente nacionalista de Cataluña simplemente ha cambiado de siglas: ahora hay una parte dispuesta a votar al PSC
Desde el domingo pasado he visto celebrar los resultados del PSC en los rincones más insospechados. Tres motivos de alivio o alegría se repetían entre quienes leen el resultado catalán como “buena noticia”: el bloque independentista ha fracasado por primera vez desde que se inició el 'procés', el PSC podrá formar gobierno fácilmente en Cataluña y Puigdemont parece rabioso y quemado.
Pero hay que hacerse al menos dos preguntas. La primera: ¿el constitucionalismo ha vencido al independentismo, o aquí hemos visto otra cosa? Segunda: ¿el nacionalismo ha ganado o ha perdido las elecciones?
¿Constitucionalismo?
El llamado “bloque constitucionalista” no es más que la reacción al independentismo: en Cataluña, la mayoría soberanista llamaba 'nyordos', unionistas, colonos y tiranos a los partidos no independentistas de la oposición. Colocaban juntos al PSOE, el PP, Ciudadanos y más tarde a Vox, lo cual es absurdo. Cuando estos partidos aplicaron el 155 en Cataluña, quedó fijado el bloque.
Pero el bloque nunca existió realmente, de la misma forma que no existen categorías como “fachosfera” o “zurdos hijos de puta” por más que haya políticos interesados en simplificar así a sus adversarios. Entre Vox, el PP, Ciudadanos y PSOE hay tantos matices en cuanto a la Constitución que sería tedioso enumerarlos: basten todas las demandas de inconstitucionalidad que unos han elevado contra las leyes de los otros.
La cuestión es que, matices aparte, el PSOE de los últimos años ha ido moviéndose hacia un terreno nada nítido: según las necesidades de investidura y presupuestos, Sánchez ha estado tan dispuesto a escamotear la Constitución como los independentistas, aunque con más sutileza. Amnistía e indultos, reforma de la sedición y la malversación a la carta de los delincuentes, entrega de la gestión de los Rodalies y competencias en inmigración, un descuento fiscal insolidario, etc.: medidas que quiebran los principios de igualdad han pasado por el aro una tras otra.
La explicación está clara: Sánchez está dispuesto a aceptar los límites de la Constitución siempre que pueda estirarse de forma torticera y extrema para encajar cada una de sus pretensiones. De ahí que el Tribunal Constitucional esté manejado por Conde-Pumpido o que las certezas de la plana mayor del PSOE sobre la inconstitucionalidad de una amnistía hayan desaparecido.
De manera que, respondiendo a la primera pregunta, y siendo benevolente y generoso, diré que lo que ha ganado al independentismo no es el constitucionalismo sino, en todo caso, el constitucionalismo constructivista y creativo.
¿Nacionalismo?
Respecto a la segunda pregunta: ¿el nacionalismo ha ganado o perdido las elecciones?, empezaré recordando que el PSC lideró la insumisión frente a la sentencia que fija el 25% de castellano en las aulas. Es decir: el PSC ocupó en una cuestión que afecta a familias catalanas no demasiado afines a las esencias nacionales y la sacralización del idioma una postura netamente nacionalista.
¿Es el PSC por tanto nacionalista? A lo largo de su historia, los sectores federalistas han ido retrocediendo a medida que el discurso nacionalista se hacía más duro y hegemónico. Sencillamente, la tercera vía no parecía interesar a nadie, de forma que el PSC asumió paulatinamente los dogmas nacionalistas y hasta se convirtió en enérgico portavoz de los mismos. Baste remarcar aquí el inmenso trasvase entre ERC y PSC según sople el viento de las elecciones. 'Spoiler': no mudan de un partido a otro porque son de izquierdas; mudan de un partido a otro porque son catalanes.
En este sentido, creo que el PSC ha ocupado con astucia un lugar vacío de inmenso éxito electoral que, durante el 'procés', los nacionalistas abandonaron para lanzarse al independentismo estéril. Cuando el 'seny' y la mansedumbre catalanas se quedaron viudas mientras los líderes nacionalistas tiraban 'p’el mont', el PSC simplemente apareció en ese lugar, y solo desde ahí han ganado estas elecciones.
Entre el electorado más moderado del bloque independentista ha cundido la opinión de que se consiguen más privilegios para Cataluña con Sánchez que con las promesas incumplidas de Puigdemont. Ahí está, más allá de indepes desalentados y líderes quemados, el trasvase de escaños del bloque independentista al PSC.
Lo que me dicen las últimas elecciones de Cataluña no es que el 'procés' haya terminado, sino que ha triunfado. Demuestra la victoria del PSOE que, si a Cataluña le das todo lo que exige y hasta un poquito más, la parte menos hiperventilada del electorado autóctono te lo agradece y te permite gobernar.
Que el electorado catalán no haya penalizado de ninguna forma a PSOE/PSC después de ofrecer indultos y amnistía pese a que prometieron en campaña que no lo harían, solo demuestra que la igualdad ante la ley no opera en Cataluña como idea aglutinadora, y al contrario: que la existencia y la expansión de los privilegios nacionales es una gasolina insuperable.
La mente nacionalista de Cataluña simplemente ha cambiado de siglas: ahora hay una parte dispuesta a votar al PSC.
Desde el domingo pasado he visto celebrar los resultados del PSC en los rincones más insospechados. Tres motivos de alivio o alegría se repetían entre quienes leen el resultado catalán como “buena noticia”: el bloque independentista ha fracasado por primera vez desde que se inició el 'procés', el PSC podrá formar gobierno fácilmente en Cataluña y Puigdemont parece rabioso y quemado.
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