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Los tres puntos de incertidumbre que nos dejan las últimas encuestas
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Los tres puntos de incertidumbre que nos dejan las últimas encuestas

La incertidumbre no está en lo que ocurrirá en la noche del 28-M con los sufragios, sino en el reparto del poder que vendrá después, en los pactos, en cuánto sumarán en cada sitio los bloques de la derecha y la izquierda

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Román G. Aguilera)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Román G. Aguilera)
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Los últimos sondeos pintan una imagen predominantemente azul, pero ligeramente borrosa. Algunas zonas del cuadro, en realidad las principales, parecen ya claramente definidas. Se ve que hay consenso demoscópico general. Sin embargo, quedan zonas veladas que no terminarán de despejarse hasta el último momento.

Los datos reflejan que la campaña electoral está siendo cualquier cosa menos apasionante, no se aprecian grandes cambios. Hay tres corrientes de fondo que parecen estar teniendo más tracción que los distintos intentos partidarios de agitar la superficie de aquí al domingo.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Cati Cladera)

Primera. Desde 2019, viene produciéndose un lento desplazamiento de voto hacia la derecha. Pulsión de cambio.

Segunda. Sin prisa, el centro derecha viene reagrupándose en torno al PP. Pulsión de cambio.

Tercera. La pregunta de las urnas: el domingo elegimos alcaldes y presidentes autonómicos y los españoles estamos bastante más satisfechos con lo local que con lo regional. La valoración global de quienes ostentan el poder en esos ámbitos es positiva. Hay más alcaldes y presidentes socialistas, así que esta tercera pulsión es de carácter estabilizador.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Javier Lizón)

El misterio no está en cómo serán los votos. Entre los expertos no se discute que los populares serán los más votados en las municipales y también en la mayoría de las comunidades que tienen convocadas elecciones. La incertidumbre, por lo tanto, no está en lo que ocurrirá en la noche del 28-M con los sufragios, sino en el reparto del poder que vendrá después, en los pactos, en cuánto sumarán en cada sitio los bloques de la derecha y la izquierda.

Las dudas a escala municipal reflejan un error de base: el mecanismo de elección de alcaldes es distinto al parlamentario. Solo hay una votación y, si ningún candidato logra mayoría absoluta, se proclama directamente al más votado. En 2019, el método favoreció al PSOE; en 2023, favorecerá al PP.

Así que centrémonos en los arcos parlamentarios regionales para analizar la viabilidad de las distintas negociaciones. Si nos acercamos un poco, veremos que hay un importante paquete de territorios en los que el color del próximo Gobierno parece ya bastante despejado. Azul: Cantabria, Murcia, Madrid, La Rioja. Rojo: Asturias, Extremadura y Castilla-La Mancha —con escasas opciones de cambio en las dos últimas—.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Kiko Huesca) Opinión

Nos queda Navarra —donde gobernará la izquierda y ya veremos si no termina de saltar la sorpresa de Bildu superando al PSOE—, así como Canarias —más bien favorable al PSOE— y tres comunidades en las que todo parece en un pañuelo.

En esas tres regiones —Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares—, se ve al Partido Popular liderando claramente los sondeos, creciendo y con opciones serias de terminar alcanzando la investidura. Ahora bien, lo prudente es señalar que las distancias entre los bloques son tan cortas que la sociología no tiene suficiente precisión para ser suficientemente fiable en sus predicciones.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Javier Blasco)

¿Qué puede ocurrir de aquí al domingo? ¿Cuáles son los factores de incertidumbre que terminarán inclinando la balanza hacia un lado u otro?

Primero: la participación. En las diferentes encuestas, puede verse que la derecha está bastante movilizada, eso es bastante habitual y, precisamente por serlo, el primer motivo de preocupación en los equipos de campaña progresistas.

Conviene recordar que, en todas las elecciones que se han celebrado en España durante esta década, terminaron votando menos votantes de izquierdas de los que dijeron que irían a votar. ¿Puede ocurrir lo mismo? Nadie debería atreverse a descartarlo.

¿Qué sector del electorado progresista suele ser más propenso a desmovilizarse? Los más jóvenes.

Foto: Isabel Díaz Ayuso posa para un selfi junto a dos jóvenes en Madrid. (EFE/Mariscal)

¿Dónde pueden tener los partidos progresistas su mayor riesgo de ese tipo de desmovilización? En la Comunidad Valenciana, los de Compromís, en Aragón, los del PSOE, y en toda España, los de Podemos.

Segundo: la indecisión. En todos los sondeos salta a la vista que hay un volumen muy destacable de españoles completamente dispuestos a votar y que no tienen decidido su voto todavía.

¿De cuántos electores indecisos estamos hablando? Si la participación alcanzase el nivel de 2019, que fue alto, estaríamos hablando de entre 4,6 y 5,7 millones de votos.

Foto: Imagen: EC Diseño.
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¿Qué me enseñó Ignacio Varela sobre el comportamiento electoral de los votantes indecisos? Me enseñó que los indecisos nunca reman contra la tendencia, que se suben en ella. Por lo tanto, vuelta a las corrientes profundas y tiempo de acercar la lupa a la tendencia.

Tercero: la tendencia. Solo en Cataluña puede apreciarse un trazo de tendencia claramente favorable a los socialistas, es muy probable que allí mejoren sus anteriores resultados. En todos los demás lugares, el dibujo es más positivo para el PP, aunque con menos brío general durante el último mes.

¿Qué puede acelerar o voltear la tendencia? Algún acontecimiento muy excepcional, los debates, que en este caso están resultando de poco interés, y… poco más a estas alturas.

Lo que sí sabemos es lo que no va a quebrar la inercia. Los compulsivos anuncios electorales sanchistas son una torpeza, están operando contra los intereses del PSOE y de Sánchez.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este domingo durante un mitin del PSOE en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)

Los ofertones perjudican el mensaje del líder porque se transmiten mediante una sucesión de espasmos más rápida que la capacidad que tiene el público de asimilar las novedades. Cada anuncio suscita menos atención y menos interés que el anterior, porque no hay coherencia y falta planificación, cada medida resta potencia al conjunto hasta desdibujarlo.

Para restarles credibilidad a todas, basta con que una no sea creíble, con que una no esté bien planteada, con que una no sea en realidad nueva, con que falte higiene democrática al comunicar cualquiera de las promesas. Más todavía cuando la impronta chapucera se cierne sobre todas. Más aún cuando el líder tiene la capacidad de generar confianza sencillamente triturada. Alguien en ese equipo está cometiendo un error de muy difícil justificación.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Cati Cladera)

Este surtido de ofertones de Sánchez no va a movilizar a los que pueden desmovilizarse, no va a convencer a los indecisos y no va a beneficiar a los distintos candidatos socialistas. De hecho, si algo demuestra este periodo electoral, es que las mejores campañas socialistas están siendo las más alejadas del sanchismo.

Esa es una curiosa paradoja: Sánchez está eclipsando a los líderes del PSOE que ahora mismo necesitan separarse de él y al hacerlo perjudica a quienes necesitará el próximo lunes para imponer su marco de interpretación del resultado electoral global. Quiere salir de este trance diciendo que está vivo después de dañar a quienes necesita para sobrevivir.

Los últimos sondeos pintan una imagen predominantemente azul, pero ligeramente borrosa. Algunas zonas del cuadro, en realidad las principales, parecen ya claramente definidas. Se ve que hay consenso demoscópico general. Sin embargo, quedan zonas veladas que no terminarán de despejarse hasta el último momento.

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