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Crónicas desde el frente viral
Por
La hora del sentimiento antipolítico
El cóctel de desprotección, desamparo y desconfianza tan extendido hoy entre nuestros compatriotas ofrece el caldo de cultivo idóneo para la extrema derecha
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Es un contraste hiriente, más con el pasar de los días. La acreditada incapacidad política frente a la tragedia chirría frente a la capacidad partidaria para el combate. Y creo que esa diferencia tendrá consecuencias si no las está teniendo ya.
Todo lo que fue negligencia para detectar el desastre, proteger a la población y evitar el desamparo tras el espanto, se ha tornado, con una naturalidad pasmosa, en un ejercicio mutuo de máxima eficacia para dañar al adversario político sin haber atendido a la población como exige la situación.
Vemos a los socialistas volcados en la misión de aniquilar a Mazón con entera profesionalidad. Tienen el objetivo marcado, tienen sincronizadas a todas las tropas, tienen clara la narración y tienen toda la potencia de fuego mediático a pleno rendimiento.
Están siendo implacables. Y están demostrando habilidad para adaptarse a la situación con rapidez, tanto que hasta exprimen los sucesivos errores del líder valenciano casi en tiempo real. Esta operación de trituración podrá estudiarse en cualquier universidad dentro de años como un ejemplo de excelencia, lástima que se esté llevando a cabo en medio de tanta destrucción.
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A su vez, vemos a los populares centrados en la ejecución de Teresa Ribera y aplicando, con disciplina espartana, el manual del buen francotirador. Tienen el plan trazado, tienen dominio técnico del armamento, tienen bien calculadas las distancias y las condiciones, tienen la fecha escrita en la bala y han mantenido una paciencia digna de admiración para generar la ocasión.
Están siendo inclementes. Y están demostrando talento para desenvolverse en un paisaje complejo. Esta operación de ajusticiamiento podrá repasarse en cualquier escuela de negocios como un ejemplo de precisión, lástima que se esté desarrollando entre tanta devastación.
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Esas dos ofensivas partidarias marcarán, en buena medida, la actualidad de esta semana. Pero también habrá más durante y después. Mientras cada lado de la trinchera cuenta su historia, se publicarán novedades respecto a los casos de presunta corrupción que afectan al entorno directo del presidente del Gobierno.
Además, habrá nuevas noticias y declaraciones desde un Parlamento disfuncional y desacreditado. Ya ni siquiera estamos en la etapa del zoco que permitía la venta de cualquier cosa, ahora la competición encarnizada se da entre los socios para ver quién le arranca más jirones de piel al presidente y se lleva una porción más grande de lo que es de todos. Se cumple el primer año de una legislatura fallida con la izquierda reducida a sus miserias y sin un solo avance social.
La imagen de conjunto es hoy objetivamente más propicia para el sentimiento antipolítico que cuando sufrimos la crisis de 2008. Todavía no nos hemos recuperado de aquello y todo lo demás está peor.
En las circunstancias actuales, lejos ya del desencanto, superada ya la desafección e instalados en el encabronamiento perpetuo, es probable que la mala experiencia de la “nueva política” pueda servir para que el bipartidismo siga reforzándose. Es lo que vienen dibujando los datos desde hace un par de años. Sin embargo, para que eso continúe, es crucial que socialistas y populares sean capaces de ofrecer a los españoles algo sustancial y significativo. ¿Está ocurriendo? No lo parece, a la vista está.
Las valoraciones de los líderes están por los suelos y puede empeorar todavía más. No será por capricho. Creo que el malestar hacia los representantes puede dispararse porque la tragedia del temporal está acumulando eventos traumáticos.
Los traumas, individuales o colectivos, surgen cuando la secuencia esperada por el individuo o la sociedad se quiebra de forma violenta. El hecho de que nuestra nación haya gestionado un desastre electoral como lo habría hecho un país subdesarrollado ha provocado una ruptura en el cuerpo social que se está ampliando con el comportamiento posterior del PSOE y del PP.
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Este cainismo bipartidista, en medio de todo el lodazal, está generando un fuerte sentimiento de orfandad. Una sensación de abandono que no se disipará sin más y que puede contarse con los números de Metroscopia:
El 69% de los españoles se sienten desprotegidos por el Estado.
El 57%, desamparados por su Gobierno autonómico.
El 72%, desamparados por el Gobierno de España.
El 73% desconfía de la ayuda.
El cóctel de desprotección, desamparo y desconfianza tan extendido hoy entre nuestros compatriotas ofrece el caldo de cultivo idóneo para la extrema derecha, precisamente, cuando la zona cero se ubica en el territorio más propicio para Vox.
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A escala nacional, los de Abascal obtuvieron en las pasadas elecciones generales un 12,38%. ¿Hasta dónde llegaron en el levante español?
Castellón 15,88
Valencia 15,21
Alicante 16,25
Murcia 21,88
Almería 21,88
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Cinco de las 10 provincias españolas con mejor resultado para la extrema derecha se ubican en el mismo punto de España. En esas cinco provincias se eligen 49 escaños, uno más que en Cataluña. No hablamos, por lo tanto, de un espacio irrelevante.
Sin querer entrar en especulaciones respecto a lo que podría ocurrir en el futuro, sí que tiene sentido apuntar que Vox, al menos hasta ahora, está sabiendo aprovechar esta oportunidad. Y creo que va a rentabilizarlo, allí y en el resto de España, porque no está cometiendo errores mientras los demás no paran de equivocarse.
La extrema derecha no está entrando en el navajeo partidista, ni siquiera está reclamando protagonismo. Están haciendo el mejor trabajo en redes que les he visto en toda su trayectoria porque han retirado las siglas. Tienen fijada la prioridad en el ámbito anímico, extienden la sensación de abandono y muestran la presencia en la tierra, esforzada, juvenil, patriótica, antagónica de la izquierda cosmopolita y pija que ni da un palo al agua ni coge la fregona.
No, no están promoviendo el caos informativo, de eso se están encargando los actores tradicionales. Los de Vox, con Alvise desbordado, están inyectando el sentimiento antipolítico en el momento y el lugar que les resulta idóneo, justo cuando el cambio cultural acaba de consagrarse en Estados Unidos, el Gobierno está desarbolado y el PP no termina de despejar las dudas.
Es un contraste hiriente, más con el pasar de los días. La acreditada incapacidad política frente a la tragedia chirría frente a la capacidad partidaria para el combate. Y creo que esa diferencia tendrá consecuencias si no las está teniendo ya.