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Perro Sanxe y el fin del antisanchismo
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Marta García Aller

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Perro Sanxe y el fin del antisanchismo

Son tiempos extraños estos en los que Barbie se reconvierte en icono feminista y Perro Sanxe ha acabado siendo un eslogan socialista​

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina)
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Con estas elecciones no solo termina una legislatura. Puede suponer también el fin de un género literario. Porque hace tiempo que el antisanchismo pasó de estrategia política a convertirse en una cosmovisión. Y gane o pierda Sánchez, el antisanchismo podría llegar a su fin el 23-J. Como Sánchez tenga que abandonar la Moncloa dejará desolada a la izquierda, pero no solo. Pobres huérfanos de antisanchismo. Ellos también sufrirían un vacío enorme. La consumación de toda venganza arrastra el resquemor de la amargura en el hueco que deja el odio.

También podría ser, todavía puede ser, que Sánchez se quede en Moncloa. O porque la derecha no sume con la ultraderecha o porque gane la izquierda con el apoyo de los independentistas. Pero el fin del antisanchismo también podría producirse si gana Sánchez. Al menos, debería desestimarse como argumento electoral si quedara demostrada su inutilidad. Esta campaña no ha habido apenas propuestas que le aclaren a los votantes qué van a hacer los partidos para arreglar los problemas del país. No es que la del Interraíl y las entradas al cine de la pasada campaña fueran a arreglar mucho, pero hasta se han echado de menos. Estas últimas semanas casi todo ha girado en torno al sanchismo y el antisanchismo en la campaña más autorreferencial de la historia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes del cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Juan Medina) Opinión
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Si fuera un fenómeno meteorológico, el antisanchismo sería la niebla. La que permite la excusa perfecta a unos y otros para tapar lo que haga falta y evitar dar explicaciones. Al Gobierno de Sánchez, la idea de víctima del antisanchismo le ha armado la campaña entera. Muy oportuno para no reconocer los errores de la legislatura que le han distanciado de parte de su electorado. Y para el PP, el antisanchismo ha sido el argumento principal de campaña hasta el punto de ahorrarle defender un proyecto de país, así como la excusa para justificar cualquier pacto con Vox que necesite.

Buena parte de los electores que irán el domingo a votar convencidos de que el mayor problema que tiene este país es Sánchez. No el paro, ni la inflación ni la corrupción. Ni siquiera los políticos en general. Solo uno: Sánchez. Le otorgan a la figura del presidente un superpoder solo a la altura de los grandes supervillanos. Así que, si el domingo Sánchez es derrotado, sentirán el alivio de su vida. La duda es si saben qué hacer el día después de derogar el sanchismo o ya creerán que está todo arreglado.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina) Opinión
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Pero buena parte de los electores que vayan a votar el 23-J lo harán a Sánchez, convencidos de que su gran problema no han sido sus errores sino el antisanchismo. Como si la reforma de la malversación, la derogación de la sedición y los pactos que hizo traicionando su palabra no hubieran enfadado a buena parte de sus votantes de 2019.

Sin embargo, si Sánchez ganara las elecciones, o aun perdiéndolas lograra mantenerse en el Gobierno, el antisanchismo también quedaría muy tocado. Mucho. Al fin y al cabo, habría sido derrotado por La Pija y la Quinqui. La asistencia a este pódcast juvenil lo consideran dentro del PSOE uno de los grandes aciertos de la campaña, lo cual dice mucho de cómo ha sido la campaña. Tan errática para el PSOE que empezó apostando por hacer tándem con la vicepresidenta Calviño y esquinando a Yolanda Díaz, para acabar subido a lomos del descapotable rosa en un exitoso meme en el que Barbie es la líder de Sumar y Sánchez "solo es Ken". Tal vez convenza a algún indeciso, a saber hacia qué lado. Son tiempos extraños estos en los que Barbie se reconvierte en icono feminista y Perro Sanxe ha acabado siendo un eslogan socialista.

En la anterior jornada de reflexión, hace solo un par de meses, nos preguntábamos aquí si tenía sentido la jornada de reflexión después de una campaña con tan pocas propuestas. Entonces la duda era si sería bueno para la democracia que reflexionásemos sobre lo que habíamos visto hacer en la anterior campaña. En esta ocasión habrá que reflexionar, sobre todo, sobre las propuestas que no hemos visto por lo mucho que abulta el antisanchismo.

Con estas elecciones no solo termina una legislatura. Puede suponer también el fin de un género literario. Porque hace tiempo que el antisanchismo pasó de estrategia política a convertirse en una cosmovisión. Y gane o pierda Sánchez, el antisanchismo podría llegar a su fin el 23-J. Como Sánchez tenga que abandonar la Moncloa dejará desolada a la izquierda, pero no solo. Pobres huérfanos de antisanchismo. Ellos también sufrirían un vacío enorme. La consumación de toda venganza arrastra el resquemor de la amargura en el hueco que deja el odio.

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