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Por qué el Gobierno de España es el único de izquierdas en Europa
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Ramón González Férriz

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Por qué el Gobierno de España es el único de izquierdas en Europa

Solo hay un país relevante con un Gobierno nítidamente de izquierdas: España. Y solo en él es decisiva la izquierda radical. Si en la UE es casi una rareza un Gobierno socialdemócrata, Sumar es directamente un exotismo

Foto: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
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Mañana tomará posesión el nuevo primer ministro portugués, el conservador Luis Montenegro, que sustituirá al izquierdista António Costa. El año pasado, en Finlandia, una coalición de derechas sacó del poder a la socialdemócrata Sanna Marin. En Suecia, en 2022, el líder del Partido Moderado sucedió como primer ministro al del Partido Socialdemócrata, que obtuvo uno de sus peores resultados electorales del último siglo. Hay un dato aún más deprimente para la izquierda tradicional: en las elecciones presidenciales de Francia de 2022, la candidata del Partido Socialista obtuvo el 2% de los votos. La pregunta se formula sola: ¿qué le pasa a la socialdemocracia en Europa?

Se podría objetar a este interrogante que la izquierda tradicional sigue gobernando en algunos lugares. En Alemania, el canciller es del Partido Socialdemócrata, pero gobierna en coalición con los verdes y los liberales, por lo que sus políticas son casi siempre de centro. En Dinamarca, la socialdemócrata Mette Frederiksen gobierna también con los liberales. En Eslovaquia, el primer ministro socialista gobierna en coalición con la derecha radical. En un momento en el que muchos creen que el progresismo europeo se ha convertido en una ideología hegemónica en materia de feminismo, ecologismo o redistribución de las rentas, solo hay un país relevante con un gobierno nítidamente de izquierdas: España. Y solo en él es decisiva la izquierda radical. Si en la UE es casi una rareza un gobierno socialdemócrata, Sumar es directamente un exotismo.

Un fenómeno extraño

Es una realidad contraintuitiva. Ninguno de los gobiernos de izquierdas europeos que en los últimos tiempos ha abandonado el poder ha sido catastrófico para la economía; de hecho, han sido más bien prudentes y en ocasiones se han mostrado como los más cumplidores de toda la UE. Y han gobernado en tiempos en los que las preocupaciones parecían favorecer a la izquierda. Desde la crisis financiera de 2008, no hemos dejado de hablar de desigualdad, de educación para los más desfavorecidos y de nuevas fórmulas de asistencia. Desde la pandemia, ha existido un consenso acerca de la necesidad de fortalecer los sistemas sanitarios públicos; en los últimos años, además, también lo ha habido sobre la reindustrialización y un mayor intervencionismo estatal. ¿Por qué esto no ha favorecido a la izquierda europea? ¿Y por qué ha favorecido a la española?

Sánchez ha creado un paquete ideológico que dejaría perplejo a la mayor parte de izquierdistas europeos, pero aquí ha funcionado

Respecto a lo primero, es probable que la derecha se haya resignado a adoptar tantos principios del progresismo que la singularidad de este se haya vuelto menos evidente para muchos votantes moderados. En los últimos años, además, han dominado los temas vinculados a los grandes miedos de una clase media que se siente amenazada: la protección económica, la seguridad y la identidad. Y la derecha tradicional los ha sabido encarar mejor. De hecho, después de años de dudas, esta está dejando caer los "cordones sanitarios" en casi todas partes y se apoya, ya sin demasiados complejos, en la derecha radical. Hoy, aunque existan consensos amplios en muchos aspectos de la vida sexual o el Estado de Bienestar, por ejemplo, es probable que la retórica progresista sobre cuestiones de género, sus ambigüedades sobre la inmigración, su identificación con las clases creativas urbanas o sus flirteos con el decrecentismo hayan generado aversión entre muchos izquierdistas tradicionales. La Francia Insumisa, y, en Alemania, Razón y Justicia, el partido de una vieja comunista integrada durante décadas en el establishment democrático, están intentando revertir esa tendencia con propuestas más conservadoras socialmente. Hasta el momento, con pocos resultados.

Sánchez es diferente

En España, los Gobiernos de Pedro Sánchez empezaron bajo la inspiración de la tecnocracia europea y, con el paso de los años, han ido sintiéndose cada vez más cómodos, adoptando una actitud de combate y explotando la polarización. Sánchez ha planteado su marco político como una ventana de oportunidad para el progresismo: hay que gobernar, y adoptar el mayor número posible de políticas de izquierdas, antes de que también aquí la derecha y la derecha radical consigan sumar y, según la retórica de la izquierda, destruyan los logros sociales. Esta "amenaza fascista", que, con la salvedad de Italia, la izquierda europea ha utilizado con mucha más prudencia, ha resultado ser efectiva. Como lo ha sido también su hábil mezcla de rasgos ortodoxos —como el europeísmo— y tendencias autoritarias —como la retórica contra los jueces, las leyes ad hoc y la colonización de instituciones teóricamente neutrales—. Pero en España el eje izquierda-derecha está totalmente distorsionado por el eje territorial, que en la última década ha dominado por completo la política española. Y Sánchez ha creado un paquete ideológico que dejaría perplejo a la mayor parte de izquierdistas europeos, pero que aquí ha funcionado: más igualdad económica entre individuos y más desigualdad política entre territorios.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la sesión de control al Gobierno. (EFE/Chema Moya) Opinión
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Ramón González Férriz

La derecha ha interpretado mejor

Por supuesto, no todo está perdido para la izquierda. Sánchez, probablemente, estará en el poder hasta 2027. En Estados Unidos sigue habiendo un presidente de izquierdas y existe alrededor de un cincuenta por ciento de probabilidades de que lo haya hasta 2029. El año que viene, seguramente, los laboristas regresarán al poder en Reino Unido. Pero, sea como sea, parece evidente que la derecha europea está sabiendo interpretar los tiempos de una manera mucho más eficaz y triunfadora que la izquierda, y conectando con preocupaciones que esta apenas está empezando a asumir como propias. No es, de momento, el caso de España, donde la izquierda lo ha apostado todo, al mismo tiempo, a las políticas de la igualdad y las de la diferencia. Con buenos resultados para ella.

Mañana tomará posesión el nuevo primer ministro portugués, el conservador Luis Montenegro, que sustituirá al izquierdista António Costa. El año pasado, en Finlandia, una coalición de derechas sacó del poder a la socialdemócrata Sanna Marin. En Suecia, en 2022, el líder del Partido Moderado sucedió como primer ministro al del Partido Socialdemócrata, que obtuvo uno de sus peores resultados electorales del último siglo. Hay un dato aún más deprimente para la izquierda tradicional: en las elecciones presidenciales de Francia de 2022, la candidata del Partido Socialista obtuvo el 2% de los votos. La pregunta se formula sola: ¿qué le pasa a la socialdemocracia en Europa?

Pedro Sánchez Moncloa
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