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Para hablar de limpieza, nada mejor que la transparencia
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Para hablar de limpieza, nada mejor que la transparencia

Sánchez no se atreve a afrontar que para hablar de limpieza es necesario demostrar higiene, y que para demostrar higiene hay que mostrar transparencia

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en el Complejo de la Moncloa. (Europa Press/Moncloa)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en el Complejo de la Moncloa. (Europa Press/Moncloa)
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Sánchez está cometiendo el mayor de sus errores, se ha adentrado él solito en una dinámica autodestructiva que ya no admite reparación posible. El tardosanchismo que ha iniciado con esta ruinosa operación podrá ser más o menos largo, más o menos conflictivo, pero la trayectoria de colisión es irreversible.

El yerro de la fallida “operación clamor” –término acuñado por los peronistas- es completo. La diferencia actual entre el kirchnerismo y el sanchismo se aprecia hoy más en el método que en el fondo.

Los del lado de allá podrán gustar más o menos, pero nadie puede discutirles que son profesionales. Lo de acá es igual de grotesco pero más chapucero.

Lo es porque Sánchez, en un brote que algunos especialistas califican de psicótico, ha querido hacerlo todo solo. La ilusión de omnipotencia le ha llevado a la más absoluta soledad.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Pool/Borja Puig de la Bellacasa) Opinión
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No quiere a nadie. Ninguno de los suyos puede llamarle a actuar con responsabilidad, ni señalarle quién es el culpable de sus errores. Por eso, a día de hoy, el principal enemigo de Sánchez es Sánchez.

Él es quien planificó mal este delirio, quien ejecutó mal el psicodrama, y quien está comunicándose desastrosamente ante una España que ha dañado a ojos de todo el mundo.

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En términos tácticos, el resultado es un fracaso porque ha mostrado y amplificado su debilidad, porque ha perdido crédito, porque su imagen sale perjudicada, y porque ha humillado a todos sus colaboradores.

Hasta los más cercanos admiten, 'sotto voce', que así no pueden hacerse las cosas. Un día después del clímax, la decepción en las tropas, también en los cuarteles de mando, es bastante más extensa que el alivio. Así que habrá que retomar el miedo, activar unas purgas ejemplarizantes.

En clave estratégica, el objetivo principal está ahora del todo perdido. La intención de generar un escudo de impunidad a su entorno ha dejado de ser plausible. Los periodistas y los jueces tienen hoy más motivos que hace siete días para cumplir su deber.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Pool/Borja Puig de la Bellacasa) Opinión
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A cambio del destrozo, las ganancias son limitadas. Es probable que la inyección de paranoia sirva para sectarizar a votantes con los que de todas formas ya contaba. Es verosímil que debilite más a Sumar, aunque los de Yolanda no necesiten ayuda para el desahucio. Es posible que mejore, marginalmente, las perspectivas del PSC, incluso las del PSOE de cara a las urnas europeas. Y es seguro que polarizará más a nuestro país. Eso es todo. Hasta aquí llegan los beneficios, por debajo del nivel del chocolate del loro.

En lo concerniente a la ejecución de la maniobra, Sánchez acabó generando el efecto contrario al deseado. Llamó a la aclamación popular y la llamada terminó perdida: dentro de la sede de Ferraz sobró el esperpento, y a las puertas faltó el pueblo.

Entre el exceso de la sala del Comité Federal, donde faltaron dos milímetros para el suicidio colectivo, y la sonrojante falta de músculo social que se evidenció en la calle, sobresale la imposibilidad material de llevar a cabo una revolución popular, y aguardan los motivos para que el personaje termine rebelándose ridículo por estomagante.

Foto: Pedro Sánchez en el Congreso. (Europa Press/Jesús Hellín) Opinión
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Está cada vez más cerca de terminar siendo visto como alguien inevitablemente risible porque su comunicación está emitiendo todo lo opuesto a lo que quiere. Es tan divertido como ver tropezar una y otra vez a un robot con un ramo de flores de plástico.

Buscar la empatía del espectador recurriendo a la sentimentalización y azuzando la cursilería, y terminar aplicando un acto de sadismo como el que perpetró alargando hasta el límite del desmayo crédulo su “decisión”, solo puede valer para que aumente en el público la certeza de que nos está gobernando un manipulador emocional: alguien capaz de manosear las emociones ajenas para no tener que dar la cara y asumir su responsabilidad.

Porque al final de esta parodia de melodrama, y esto es lo sustancial, nada de lo importante de su situación es distinto. Sánchez está donde estaba: sigue teniendo que dar explicaciones por lo ocurrido en su entorno, sigue manteniendo una relación difícil con la verdad, y sigue mantenido por unos socios que no le permiten gobernar.

Foto: Simpatizantes trasladan su apoyo a Sánchez este fin de semana en Ferraz. (EFE/Rodrigo Jiménez) Opinión
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Ahora, sin el apoyo del pueblo que los peronistas sí exhibieron, trata de encender una revolución populista que subvierta las reglas del juego con el objetivo de obtener impunidad. Cristina Fernández Kirchner eligió ese camino cuando empezó a tener problemas judiciales, fracasó. Al de acá no le irá mejor.

Él fracasará porque ha terminado generando tres paradojas irresolubles. La primera le incumbe a él. Por lo que parece, Sánchez no se atreve a afrontar que para hablar de limpieza es necesario demostrar higiene, y que para demostrar higiene hay que mostrar transparencia.

La segunda se incrusta en el hecho democrático de que el poder político no puede ser omnipotente: todos vemos que el culebrón del chantaje emocional se está cerrando con amenazas a jueces y periodistas; sin embargo, nadie puede dar por seguro que jamás veremos nuevas informaciones abriendo portadas.

Foto: Una persona camina junto a unas televisiones que emiten la declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Albert Gea) Opinión

La tercera paradoja tiene que ver con la ciudadanía. Si algo enseña incansablemente la historia de la humanidad, es que siempre termina habiendo mujeres y hombres capaces de no dejarse doblegar. Esas personas son las que una ocasión tras otra terminan escribiendo los auténticos manuales de resistencia.

Algunos de nosotros nos encontraremos ante la responsabilidad de publicar lo que pensamos o lo que sabemos. Cada vez que enviemos nuestro texto estaremos emitiendo nuestra integridad a quien quiera leernos, y, con nuestra integridad, lo más valioso que tiene un ser humano: la libertad. La mía no se negocia.

Otros se encontrarán ante la responsabilidad de garantizar el principio de igualdad ante la ley. Y quienes decidan hacer lo correcto no serán héroes porque los héroes no existen en democracia. Serán simplemente ciudadanos honrando su labor de servicio público. Exactamente igual que el policía o la médico que salvan nuestras vidas.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en la Moncloa. (Moncloa)

Y todos nosotros, por encima de cualquier color político, nos encontraremos ante la responsabilidad individual de no dejarnos brutalizar por el odio. Uno se siente bien negándose aceptar el uniforme que le quiere imponer el poder político para alienarle y para anularle.

El derecho a la información sienta bien. El civismo es agradable. Yo soy cada vez más feliz manteniendo la calma, sonriendo, y riéndome, de todo el que quiera adoctrinarnos, enfrentarnos, o atemorizarnos. Van listos.

Sánchez está cometiendo el mayor de sus errores, se ha adentrado él solito en una dinámica autodestructiva que ya no admite reparación posible. El tardosanchismo que ha iniciado con esta ruinosa operación podrá ser más o menos largo, más o menos conflictivo, pero la trayectoria de colisión es irreversible.

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