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María José Caldero

Los lirios de Astarté

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Baja el carrillón, suenan los cuartos y las doce campanadas nos empujan a un año nuevo que llega con un cuaderno de viaje en blanco. Si les gustó la travesía, les espero donde siempre

Foto: Vista de la Alhambra. (EFE/Miguel Ángel Molina)
Vista de la Alhambra. (EFE/Miguel Ángel Molina)

Ha querido el caprichoso calendario que el último viaje del año lo hagamos este 31 de diciembre, terminando de ponerle el precinto al 2022.

¿Recuerdan cuando aparecía por aquí hablándoles del Bronce Carriazo? Llegaba en febrero de la mano de la diosa tartésica Astarté y sus lirios. Han sido treinta y dos paseos en los que hemos compartido arte, patrimonio, historia, tiempo y vida.

placeholder Vista del Bronce Carriazo. (Wikimedia / Ángel M. Felicísimo)
Vista del Bronce Carriazo. (Wikimedia / Ángel M. Felicísimo)

En aquel lejano febrero, coincidiendo con la festividad autonómica, descubríamos la joya renacentista de la sede del Parlamento de Andalucía, el imponente Hospital de las Cinco Llagas.

Marzo llevaba el nombre de Las olvidadas, artistas borradas de los libros de historia del arte por su condición de mujeres. Luisa, Alejandrina, María Luisa, Carmen, Teresa, y un largo etcétera de talento que no entiende de género.

El viento de marzo nos llevaba del Patio de las Doncellas del Real Alcázar de Sevilla al Salón de los Reyes de La Alhambra, espejos de la alianza y la amistad de dos reyes que supieron reconocer lo bueno que había al otro lado de la frontera.

placeholder Autorretrato Aurelia Navarro 1908 Óleo sobre lienzo. Córdoba, Colección Pablo Navarro Holgado
Autorretrato Aurelia Navarro 1908 Óleo sobre lienzo. Córdoba, Colección Pablo Navarro Holgado

De Granada a Sevilla se vino Alonso Cano a compartir aprendizaje y amistad con Velázquez en el taller de Pacheco, maestro de genios.

Con abril instalado en macetas, arriates y armarios vestidos de fiesta, nos pusimos a la sombra del ombú del monasterio de Santa María de las Cuevas mientras monjes, conquistadores, reyes, santas, invasores, marqueses y capitanes de la Guardia Civil escribían la historia de este lugar serigrafiada en loza cartujana.

A golpe de gubia reivindicamos la maestría de los imagineros andaluces en el perfil afilado del Cristo de las Misericordias de José de Mora, en la luz resbalando por los mechones roldanescos del Cristo del Descendimiento, en el dolor tallado a pura pasión del Cristo del Amor de Juan de Mesa o el clasicismo inefable de Jesús de la Pasión, del maestro de todos, Montañés. Imagineros por amor al Arte. ¿Y qué era el Arte? Nos preguntábamos bajo las pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta o acariciando el mármol del Trajano heroizado de Itálica.

placeholder 'La pesca del atún' de Sorolla. (Wikipedia)
'La pesca del atún' de Sorolla. (Wikipedia)

Treinta abriles atrás nos pusimos en la cola del Pabellón de España de la Expo para contemplar mil años de historia del arte español y, al salir, nos sorprendió el anuncio de las elecciones autonómicas que nos llevó a terminar abril en los pasillos del Palacio de San Telmo, al amparo de la Jefa, la Virgen del Buen Aire.

Mayo lo pintamos con los pinceles fauvistas de un Matisse perdido por tablaos flamencos, con la luz de un Sorolla que retrataba a Pastora Imperio en el Café Novedades y el amor rendido por Andalucía de los Huntington.

El Día Internacional de los Museos lo pasamos con el escalofrío delante del San Jerónimo de Torrigiano del Museo de Bellas Artes de Sevilla, mirando a través de los ojos almendrados del guerrero íbero de Cerrillo Blanco en el Museo de Bellas Artes y Arqueología de Jaén o viajando a los 3000 años de Los Millares en el Museo de Almería. Una agenda cultural como la que le envidiábamos a la por entonces consejera de Cultura y que nos llevaba hasta la cumbre renacentista del Panteón de los duques de Osuna. Desde la antigua Urso enfilamos el camino que nos llevaba hasta la Catedral de Jaén para rendir honores a San Fernando en el extraordinario lienzo firmado por Valdés Leal.

placeholder 'La Sal' de Carmen Laffon.
'La Sal' de Carmen Laffon.

Y con él, en el cuatrocientos aniversario de su nacimiento, inaugurábamos junio. Aprendimos que la vida es un abrir y cerrar de ojos y que debemos pintarla con el rojo apasionado y libre del más barroco de los barrocos.

Buscando la Ciudad Paraíso en los paisajes andaluces que enamoraron a los viajeros románticos, fuimos a hacerles compañía a los pintores de la Escuela de Alcalá. La quietud y el silencio fueron compañeros de viaje en una jornada de reflexión electoral que nos llevó al incipiente renacimiento de la Colegiata de Antequera, al diseño magistral de las bóvedas vaídas de Vandelvira en la Catedral de Málaga o a la fantasía barroca de la Cartuja de Granada.

El sol de finales de junio nos hizo buscar refugio en los doce patios del Palacio de Viana de Córdoba para aguardar allí la llegada de un julio que empezamos con una terapia de choque contra la acrofobia y que nos llevó a colgarnos del puente nuevo de Ronda o a subir los 874 metros de la Peña de los Enamorados.

placeholder Autorretrato de Ressendi.
Autorretrato de Ressendi.

Demasiada adrenalina que calmamos reivindicando la cultura andaluza sin complejos, cultura de una tierra de Venus y Efebos clásicos, de perfiles marmóreos y broncíneos que nos hablan de la riqueza de la Bética romana.

Sin complejos y con orgullo, celebramos los cien años del nacimiento de Ressendi y su costumbrismo oscuro, expresionista, dramático, provocador, patético, incómodo, soberbio.

Y terminamos julio de la mano de Elio Antonio, el lebrijano que engrandeció el universo de las palabras. Con la obra de este andaluz trascendental nos citamos a la vuelta de las vacaciones.

placeholder La ciudad romana de Baelo Claudia, en la costa de Tarifa. (EFE/A.Carrasco Ragel)
La ciudad romana de Baelo Claudia, en la costa de Tarifa. (EFE/A.Carrasco Ragel)

Deshaciendo las maletas encontramos el rubí de La Alhambra y con él viajamos desde la atalaya del Alcázar de Carmona al suelo ajedrezado de la abadía de Westminster. Y con el cambio de maleta hecho, nos embarcamos en la nao Victoria quinientos años después de la primera circunnavegación del mundo.

En octubre, ya en tierra firme, nos fuimos a conocer y reconocer el trabajo en el IAPH, el hospital del arte andaluz, garantes de la belleza y la riqueza patrimonial de nuestra tierra. Tierra de artistas que se atrevieron a salirse de la fila, hermanos de la hermana más hermosa. La libertad.

Y libres descubrimos que la cara fúnebre de noviembre puede ser bella en los bronces de Benlliure y Susillo en el cementerio de San Fernando en Sevilla o en el mármol de Carrara del sepulcro de los Reyes Católicos en Granada.

placeholder 'La Inmaculada Concepción' de Francisco de Zurbarán. (EFE/Ángel Díaz)
'La Inmaculada Concepción' de Francisco de Zurbarán. (EFE/Ángel Díaz)

A estas alturas del año ya habíamos viajado lo suficiente como para reclamar que Andalucía no puede quedarse sin Consejería de Cultura y lo hicimos desde la fachada majestuosa de un lugar de leyenda, la Cartuja de Jerez.

El celeste de las Inmaculadas de Murillo pintaba este diciembre que termina hoy y que nos dejaba hace quince días a la sombra de un monasterio cisterciense levantado por un padre arrepentido y asombrados ante la fachada de San Salvador de Úbeda.

¿Cuántos kilómetros recorridos? ¿Cuántas historias contadas? ¿Cuántas vidas vividas?

Llegamos a tiempo, baja el carrillón, suenan los cuartos y las doce campanadas nos empujan a un año nuevo que llega con un cuaderno de viaje en blanco.

Si les gustó la travesía, les espero donde siempre.

Ha querido el caprichoso calendario que el último viaje del año lo hagamos este 31 de diciembre, terminando de ponerle el precinto al 2022.

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